viernes, 1 de junio de 2012


Dejarías de quererlo?

ILGA pide a Latinoamérica prohibir homofobia y reconocer derechos de homosexuales (LA PRENSA GRAFICA)

La Asociación Internacional de LesbianasGaysBisexuales, Trans e Intersexuales (ILGA) pidió hoy que los países de América Latina emprendan mayores esfuerzos por combatir la homofobia y por reconocer los derechos de los homosexuales.


Según ILGA, Argentina es el único país latinoamericano que permite el matrimonio homosexual; Brasil y Colombia reconocen las parejas del mismo género; Ecuador, Uruguay y la Guayana francesa otorgan menor rango a las uniones del mismo sexo, y el resto de países del continente no cuentan con legislación al respecto.


Esta es la radiografía de la situación de la homosexualidad en América Latina retratada en el "Informe sobre homofobia Patrocinada por el Estado" difundido hoy por ILGA, que vela por los derechos de esta comunidad en el mundo.


Los autores del informe señalan que la mayoría de los países latinoamericanos han ratificado tratadosinternacionales que establecen el principio de igualdad y no discriminación entre las personas sin tener en cuenta su origen, etnia, o identidad sexual.


No obstante, lamentan el lento avance del reconocimiento de los mismos derechos otorgados a los heterosexuales a los homosexuales, y denuncian que "no se haya hecho lo suficiente para parar laviolencia" contra la comunidad homosexual.


Con respecto al reconocimiento de los derechos, el informe señala que ante la pasividad e inacción de los gobiernos y los parlamentos, ha sido el poder judicial el que este año ha defendido los derechos de los homosexuales.


Esto ha ocurrido en el caso de la Corte Interamericana de derechos Humanos, que reconoció el derecho de la lesbiana chilena 
Karen Atala a mantener la custodia de su hija a pesar de vivir con su pareja también mujer.


Por su parte, la Corte Constitucional de Colombia garantizó los derechos de pensión a un cura cuya pareja era también un hombre, según señala el informe, que recuerda que estas sentencias se han obtenido gracias a la movilización de activistas.


El texto acusa a la Iglesia de tener un peso preponderante en las sociedades latinoamericanas y de imponer un fundamentalismo conservador que niega los derechos de la comunidad gay, los estigmatiza y los discrimina, alentando, 
incluso a la violencia.


De hecho, el informe se alarma del incremento de los casos de violencia contra homosexuales en el subcontinente, especialmente en Centroamérica, por lo que pide "a todos los países" que legislen para evitar la homofobia, y por ende los actos de odio y violencia contra los homosexuales.


Asimismo, el informe pide que se asegure que los Estados sean seculares y que se impidan los discursos de odio promovidos por la Iglesia y grupos fundamentalistas de la región.


ILGA solicita, además, que se cierren todas las clínicas "de cura contra la homosexualidad", dado que entienden que los preceptos que aseguran que la homosexualidad es una patología deberían estar prohibidos y porque en dichos centros "se aplican mecanismos de tortura".


Para todo ello, la entidad solicita que se establezcan marcos institucionales específicos, con recursos propios, para desarrollar políticas públicas con el fin de erradicar estigmas y discriminación basados en la orientación sexual y la identidad de género. 

ORIGENES DE LA HOMOSEXUALIDAD


1.      Definición de la homosexualidad.
La homosexualidad (del griego μοhomo «igual», y del latín sexus «sexo») es una orientación sexual y se define como la interacción o atracción sexual, afectiva, emocional y sentimental hacia individuos del mismo sexo. Etimológicamente, la palabra homosexual es un híbrido del griego homós (que en realidad significa «igual» y no, como podría creerse, derivado del sustantivo latino homo, «hombre») y del adjetivo latino sexualis, lo que sugiere una relación sentimental y sexual entre personas del mismo sexo, incluido el lesbianismo.
Richard Freiherr von Krafft-Ebing, autor de Psychopathia Sexualis (1886), con su esposa Maria Luise
Richard Freiherr von Krafft-Ebing, autor de Psychopathia Sexualis (1886), con su esposa Maria Luise
A pesar de que el término gay (que en inglés anticuado significa “alegre”) suele emplearse para referirse a los hombres homosexuales y el término lesbiana para referirse a las mujeres homosexuales, gayes un adjetivo o sustantivo que identifica a las personas homosexuales sin importar su género. El término homosexual fue empleado por primera vez en 1869 por Karl-Maria Kertbeny, pero fue el libro Psychopathia Sexualis de Richard Freiherr von Krafft-Ebing el que popularizó el concepto en 1886.
Desde entonces, la homosexualidad ha admitido miles de definiciones, desde las más fundamentalistas en donde se presentaba como una perversión, hasta las más “piadosas” que lo veían como una maldición aberrante.
2.      Orígenes: Edad Antigua.
Al hablar de la antigüedad hay que tener en cuenta que no se puede aplicar el concepto actual que tenemos de la homosexualidad, sino más bien de “prácticas homosexuales”, ya que lo más corriente era la bisexualidad. En épocas antiguas el matrimonio no sólo se veía como una institución basada en el amor y el apoyo emocional, sino también como una forma de obtener beneficios materiales, ora patrimonio, ora poder militar, por lo que el matrimonio era una obligación y la homosexualidad exclusiva un lujo al alcance de muy pocos.
Ya en Mesopotamia se describen relaciones sexuales entre hombre o bien con jóvenes durante el período sumerio (3000 a.C.), y la existencia de unos sacerdotes-cantores llamados assinu que significaba literalmente ‘hombre útero’, lo que se interpreta como homosexual. En Babilonia (2100-560 a.C.), la homosexualidad se consideraba algo corriente y no se condenaba, llegando a aparecer en obras como Gilgamesh, en donde el héroe mantiene una relación homoerótica con su compañero Enkidu. Había cierta conexión entre prácticas sexuales (también homosexuales) y religión. Hay constancia de que algunos sacerdotes de Ishtar eran homosexuales y que participaban bailando travestidos en determinados ritos. En algunos templos babilónicos existía prostitución masculina sagrada, similar a la ejercida en la India hasta la época moderna, aunque el resto de la prostitución masculina no estaba bien vista.
En cambio, los vecinos asirios eran totalmente intolerantes con la homosexualidad masculina. Durante el reinado de Tiglapileser I en el período medio del imperio (s. XII a.C.) se llegaba a condenar esta práctica con la castración, según lo encontrado en una tablilla con la siguiente ley: “Si un hombre sodomiza a su compañero y los jueces lo encuentran culpable, lo sodomizarán a él y lo convertirán en eunuco”. Sin embargo, el Código de Hammurabi (1770 a.C.) menciona a las salzikrum (‘hijas-varón’) que podían tomar una o varias esposas y tenían derechos de herencia y de propiedad semejantes a los hombres.
Nianjjnum y Jnumhotep
Nianjjnum y Jnumhotep
En el antiguo Egipto las referencias a la homosexualidad son escasas y bastante ambiguas, aunque se conservan algunos retazos que nos indican que la sociedad egipcia conocía el concepto de sexo entre dos hombres. Así en una mastaba situada en Saqqara datada en el 2400 a.C. y perteneciente a Nianjjnum y Jnumhotep, dos altos funcionarios reales del faraón Nyuserra de la V Dinastía, aparecieron imágenes de ambos abrazándose en situaciones muy similares a las habituales de los matrimonios heterosexuales encontradas en otras tumbas del mismo período. Aunque la referencia más explícita a la homosexualidad en Egipto se da en los mitos de Seht y Horus. La leyenda cuenta cómo Seth dominaba el Alto Egipto, mientras que su sobrino Horus dominaba el Bajo Egipto, lo que personifica la separación de ambos reinos durante el período predinástico. Seth trató de violar a Horus en el Nilo, transformándose en hipopótamos. En la lucha, Seth le sacó un ojo a Horus, y éste cortó el pene de Seth. Al final, la intervención de Tot, dios de la sabiduría, hizo que se reconciliaran. Esta legendaria lucha sexual y posterior reconciliación es interpretada por los historiadores como la unificación de los dos reinos en el 3000 a.C. Tras la unificación la pareja de dioses se solía representar como el símbolo de la unificación, aunque con ciertas connotaciones ambiguas. Otro relato cuenta como Seth intentó “deshonrar” a Horus. Seth violó penetrando analmente a Horus y fue a llamar a los jueces para que dieran constancia del hecho. Pero Horus había recogido el semen de Seth por consejo de su madre, Isis, que lo puso en una lechuga, la comida favorita de Seth, y éste se lo comió sin darse cuenta. Cuando los jueces invocaron al semen para comprobar la fecundación, todos se sorprendieron al oírlo contestar desde el estómago de Seth, siendo éste el deshonrado y no Horus. El relato no revela la consideración que la sociedad egipcia tenía de la homosexualidad, ni aclara si la deshonra viene del hecho de ser violado por ejercer el rol pasivo o por practicar sexo con otro igual, pero deja claro que la sociedad egipcia conocía el concepto de sexo entre hombres.
3.      La Edad de Oro: Grecia y Roma.
Los primeros documentos escritos que aparecieron detallando prácticas homosexuales en la antigüedad provienen de Grecia. En Grecia la pederastia homosexual masculina era una práctica muy arraigada. Tal práctica no sustituía al matrimonio heterosexual, sino que lo complementaba, tanto antes como durante éste. No era frecuente que los hombres adultos tuvieran relaciones entre sí, aunque había excepciones, como el caso de Alejandro Magno. Lo habitual era que un hombre (erastés) se uniera a un chico joven (erómero). Generalmente la relación comenzaba cuando el amante adulto entraba en la veintena y el chico entraba en la pubertad, manteniéndose hasta que el erastés alcanzaba la treintena y se casaba, aunque podía mantenerse indefinidamente o acabar antes. Esta relación no sólo era sexual, sino que elerastés adquiría un estatus jurídico de tutor, y era responsable de la educación y el entrenamiento militar del muchacho. La pederastia era una práctica principalmente de la clase aristocrática mediante la cual las clases altas transmitían sus valores. Por ser una práctica tan común, la mayoría de personajes históricos griegos mantuvieron relaciones homosexuales a lo largo de sus vidas.
Un joven desnudo toca el aulos para el comensal de un banquete. Copa roja ática, pintor de Eveón, 460-450 a. C.
Un joven desnudo toca el aulos para el comensal de un banquete. Copa roja ática, pintor de Eveón, 460-450 a. C.
Aunque en menor cantidad, también hay registros de lesbianismo, sobre todo recogidos en los cantos de la poetisa Safo y en los ritos de las bacantes. La mujer que practicaba la homosexualidad femenina se la conocía como “tríbada” (del griego “tribo”, frotar). También en Esparta existía una relación pederasta similar a la masculina para las mujeres. En el culto a la diosa Cibeles (en Grecia y Frigia) había hombres que se castraban y a partir de ese momento tomaban la vestimenta y el papel femenino.
En la Antigua Grecia no se concebía la orientación sexual como identificador social, cosa que sí se ha hecho en las sociedades occidentales en el último siglo. La sociedad griega no distinguía el deseo o comportamiento sexual por el sexo biológico de quienes participaran, sino por cuánto se adaptaba dicho deseo o comportamiento a las normas sociales. Estas normas se basaban en el género, la edad y el estatus social. Algunos estudios indican que existía una marcada polarización entre los roles activo y pasivo, de tal manera que se entendía como un acto “masculino” el papel del que penetraba y un acto “femenino” el del que era penetrado. Así, estaba bien visto que un aristócrata ejerciera el rol activo con las clases socialmente inferiores (jóvenes, mujeres, extranjeros, esclavos y prostitutos), mientras que era motivo de vergüenza que un aristócrata adulto se dejara penetrar. Otros estudios, sin embargo, apuntan a que las relaciones homosexuales serían amorosas, cariñosas y afectivas, argumentando que dichas relaciones eran centrales en la historia griega y la guerra, la política, el arte, la literatura y la educación.
La consideración de la homosexualidad en Roma varió ostensiblemente a lo largo del tiempo. En época de la República, la homosexualidad estaba penada incluso con la muerte mediante la Lex Scantinia, la cual la consideraba una conducta desviada de los griegos. En la primera época del Imperio se convirtió en una conducta totalmente aceptada, practicada incluso por los emperadores, tal y como recoge Suetonio en su obra “La vida de los doce césares”, en donde cita que once de ellos (incluido Julio César, a quien se le conocía como “el marido de todas las romanas y la mujer de todos los romanos”) habían tenido relaciones homosexuales. También emperadores posteriores como Trajano, Adriano y Heliogábalo tuvieron estas tendencias, entre otros personajes. La forma de relación homosexual más habitual en Roma era aquella en que el amo tomaba el papel activo sobre un esclavo. También hay numerosos registros de prostitución masculina.
Nerón es el primer emperador que se une en matrimonio homosexual
Nerón fue el primer emperador que se unió en matrimonio homosexual
Durante el imperio romano se produjeron los primeros casos de matrimonio entre dos hombres. El emperador Nerón se casó con tres hombres sucesivamente, y con dos mujeres. Se realizaron sin que se produjera ninguna reforma legal o institucional debido a que entre los romanos el matrimonio era un contrato privado entre particulares en el que no intervenía el estado. De hecho, en el siglo I d.C. tanto Suetonio como Tácito hablan de los matrimonios entre hombres sin trabas, e incluso Suetonio condena que el emperador Claudio (único de los doce césares interesado exclusivamente en mujeres) no siguiera la tradición de sus antecesores.
Existen numerosos ejemplos de literatura lírica ensalzando el amor y las relaciones homoeróticas. Los poetas latinos de la época dan por hecho que todos los hombres sienten deseo homosexual en algún que otro momento de sus vidas. Catulo, Horacio, Virgilio u Ovidio dan prueba de esto en numerosas obras. Petronio, en el “Satiricón”, describe la sociedad imperial y sus costumbres, y en ellas alude habitualmente a las prácticas homosexuales. De hecho, el protagonista de su obra tiene una novia y un novio. También Marcial ensalza las relaciones homosexuales como algo más que sexo, sino como muestra de amor por el amante.
La práctica de la homosexualidad tiene su cénit con el emperador Adriano, de origen hispano y helenófilo, el cual mantuvo una relación amorosa con el joven griego Antínoo. A la muerte de éste, Adriano hizo edificar numerosos templos en su honor en Bitinia, Matineia y Atenas, en incluso le dedicó una ciudad, Antinoópolis.
Cabe destacar también al emperador Heliogábalo, el cual escandalizó a la sociedad del siglo III al casarse sucesivamente con dos hombres, vestido él de mujer, adoptando así explícitamente el papel pasivo de la relación. Son múltiples las anécdotas de su comportamiento lascivo, y los soldados de su guardia personal eran conocidos como “los rabos de burro”, por ser reclutados en las termas entre los más dotados.
El también emperador del siglo III Felipe el Árabe, aunque se cree que fue el primer emperador cristiano, era conocido por su gusto por los jovencitos.
Aunque fue la norma en Grecia y en Roma que el erómeros fuera el pasivo, y el erastés el activo, existen numerosas referencias de muchos hombres mayores que preferían el rol pasivo. Marcial, por ejemplo, describe el caso de un hombre mayor pasivo que dejaba a su esclavo ocupar el rol de activo. Existían muchos prejuicios contra los pasivos, ya que en Roma se consideraba que sólo el activo disfrutaba de la relación sexual. En general, el papel pasivo se identificaba con el femenino, que en una sociedad patriarcal como la romana era bajísimo.
Busto de Heliogábalo, de los Museos Capitolinos
Busto de Heliogábalo, de los Museos Capitolinos
Hay citas sobre el gusto hacia varones que no eran adolescentes. Suetonio afirma que el emperador Galba se derretía por los hombres musculosos y experimentados.
Además de las repetidas menciones al sexo anal, también hay muchas evidencias de que el sexo oral era muy frecuente. Así, en un grafito de Pompeya se puede leer literalmente “Segundo es un chupapollas muy habilidoso”, lo cual no deja lugar a la interpretación.
A diferencia de la antigua Grecia, en Roma un pene grande era considerado un signo de atractivo y masculinidad importante, a imagen del dios de la fertilidad Príapo. Petronio describe con admiración cómo un hombre con un pene enorme en un baño público buscaba encuentros excitado. Muchos emperadores romanos son satirizados por rodearse de hombres con grandes órganos sexuales.
Hay unos pocos indicios de que algo parecido a una subcultura homosexual estaba ya empezando a desarrollarse en la antigua Roma, aunque ciertamente no es comparable con la moderna subcultura. En Roma alrededor del 200 d.C. había una calzada donde se reunían los prostitutos masculinos, especializándose en los papeles de activo y pasivo.
Había hombres que buscaban marineros en las proximidades del distrito cercano al Tíber. Los baños públicos también son referidos como lugares para encontrar compañeros sexuales. Juvenal señala que allí los hombres se rascaban la cabeza con un dedo para identificarse ante los demás.
El color verde fue durante siglos un código para los homosexuales. A los hombres afeminados se les llamaba galbinati, precisamente por su supuesta afición por el color verde.
Dos hombres y una mujer en un fresco de Pompeya.
Dos hombres y una mujer en un fresco de Pompeya.
La sociedad romana era muy machista y rechazaba cualquier actividad de la mujer fuera del papel de esposa y madre, por lo que debió existir en secreto. En el siglo I d. C. hay una gran cantidad de referencias a la posibilidad de la homosexualidad femenina. Ovidio llega a negar la posibilidad de que tal cosa exista. Hay citas posteriores muy hostiles hacia estas prácticas, tanto que mencionan el asesinato de una mujer a manos de su marido. Marcial mismo, que se jacta de practicar relaciones con chicos, tiene una opinión muy negativa del amor lésbico.
Se ha encontrado una prueba de su existencia durante el imperio, en Egipto, un hechizo de amor en griego redactado claramente por una mujer, llamada Sarapias, con el propósito de ganar el corazón de otra mujer, Herais. Lo que podría suponer que, fuera de Roma, en las provincias con influencia griega no fuera visto tan negativamente.
La aceptación social de la homosexualidad comenzó a decaer desde mediados de la época imperial hasta que con la llegada del cristianismo el emperador Teodosio I en el año 390 de nuestra era la volvió a condenar con la pena de muerte. La misma legislación mantuvo Justiniano I desde el año 538 d.C. hasta la caída de Constantinopla en el año 1453.



4. El lejano Oriente.
En la China se tiene conocimiento de la homosexualidad desde la antigüedad. Pan Guangdan muestra en su recopilación de citas sobre textos antiguos que casi todos los emperadores de la dinastía Han tuvieron uno o varios amantes masculinos, generalmente catamitas (efebos). Hay también menciones de lesbianas en los registros históricos.
La atracción sexual por el mismo sexo en la China se consideró normal y no era perseguida como lo sería en Europa durante la Edad Media. El amor homosexual fue frecuentemente representado en el arte chino y muchos ejemplos sobrevivieron a la Revolución Cultural. Aunque no quedan grandes estatuas hay muchos dibujos en manuscritos en rollo y pinturas sobre seda que pueden verse en colecciones privadas.
Ninguna de las religiones o filosofías chinas contienen condenas expresas a la homosexualidad, ni en ellas existe el concepto de pecado que tiene el cristianismo, aunque tienen algunas creencias que se podrían considerar como contrarias a la homosexualidad exclusiva.
El confucionismo hace hincapié en el deber y establece obligaciones para cada uno de los sexos, siendo la principal del varón la perpetuación del linaje, especialmente engendrando hijos varones, pero en cambio considera aceptable que el hombre tenga concubinas e incluso amantes masculinos.
El taoísmo establece que hay que mantener un equilibrio entre el yin y el yang, las energías masculina y femenina respectivamente. Se cree que en las relaciones sexuales, el hombre se descarga de yang y se carga de yin de la mujer y viceversa, estableciéndose la armonía. Por el contrario, en una relación homosexual ambos hombres se descargarían de yang sin recargarse de yin, lo que al final llevaría al agotamiento y la enfermedad. No es el mismo caso en las relaciones lésbicas, por considerar que el yines inagotable, y por tanto no habría pérdida de energía. Sin embargo, también se cree que los hombres además de yang tienen su propio yin, al igual que las mujeres su propio yang. La homosexualidad se explicaría como aquella persona que tiene mayor energía del sexo contrario de lo habitual, por lo que no se considera como algo antinatural, sino que se cree que los homosexuales son personas más equilibradas en su naturaleza que el resto.
Pareja de hombres observados por una mujer.Museo de cultura sexual china, Tongli,Jiangsu,China
Pareja de hombres observados por una mujer.Museo de cultura sexual china, Tongli,Jiangsu,China
En el budismo no existe ninguna clase de rechazo a la homosexualidad. Su doctrina establece que las pasiones son fuentes de infelicidad y alejan de la iluminación y el Nirvana. Los fieles tienen que controlar sus instintos para llegar a la iluminación, incluido el sexual, pero sin hacer diferencias entre opciones.
Por su parte Zhuangzi, el filósofo más influyente de la China, tiene como pilares de su pensamiento la libertad y tener la mente abierta. Lo que nos permitiría descubrir que lo que podamos creer como fuera de lo normal será normal según el orden natural de las cosas.
Es notable en la Literatura antigua china la prominencia de obras que ensalzan la amistad entre hombres y entre mujeres. La obra “A la orilla del agua”, de la dinastía Song (s. XIII), trata sobre los profundos y duraderos lazos de amistad masculina, basados en la camaradería entre soldados en la guerra más que en las relaciones homosexuales. Más explícita es la novela de la dinastía Qing (s. XVIII) “Sueño en el pabellón rojo”, donde se describen detalladamente las relaciones sexuales de los personajes masculinos, tanto heterosexuales como homosexuales.
También en la poesía hay numerosas obras que tratan el asunto, en donde los poetas masculinos usan la forma de narrativa femenina para referirse al camarada o al rey que los abandona. De igual forma ocurre con la literatura erótica, entre los que destaca la obra Bian er Zhai (Gorra en lugar de horquilla o La horquilla femenina bajo la gorra masculina), una serie de cuatro historias de cinco capítulos cada una en la que se describe la pasión y la seducción. La primera historia, Crónica de un amor leal, trata de un profesor de veinte años que va tras un alumno de quince y de un grupo de jóvenes sirvientes. En otra, Qing Xia Ji(Memoria de un héroe apasionado), el protagonista, Zhang, un valiente soldado que tiene dos esposas guerreras es seducido por su joven amigo Zhong, una situación inusual ya que lo corriente era que el hombre mayor fuera el que tomara la iniciativa. La obra apareció en una edición única entre los años 1630 y 1640.
Se cree que la homosexualidad era común en las dinastías Song, Ming y Qing. También hay citas de lesbianas en esas épocas. Los homosexuales chinos jamás sufrieron la persecución de la que fueron objeto en la cristiana Europa de la Edad Media, y hasta el siglo XIX. En algunas áreas la homosexualidad estaba más arraigada que en otras, llegando a decirse durante la dinastía Ming que la provincia de Fijuan era el único lugar donde la clase alta medraba gracias a comerciar con el amor de los cortesanos masculinos. Incluso los misioneros jesuitas europeos como Matteo Ricci (1552-1610), dejaron registros de lo que ellos consideraban “perversiones contranatura”, lamentando que su práctica era frecuente y de naturaleza pública. Por el contrario, la sociedad china recelaba del celibato de los clérigos, al considerarlo algo antinatural.
Detalle de jóvenes en prácticas homosexuales. Acuarela sobre rollo de papel de la dinastía Qing finales del XIX, en Pekín.. Acuarela sobre rollo de papel de la dinastía Qing finales del XIX, en Pekín
Detalle de jóvenes en prácticas homosexuales. Acuarela sobre rollo de papel de la dinastía Qing finales del XIX, en Pekín.. Acuarela sobre rollo de papel de la dinastía Qing finales del XIX, en Pekín
La primera ley contra la homosexualidad entró en la China en el año 1740. No hay registros históricos del nivel de presión ni del nivel de cumplimiento de ésta. Irónicamente, fue peor para los homosexuales chinos la ilustración que trajo el “movimiento de auto-fortalecimiento” que importó de Occidente, además de su filosofía y su ciencia, la homofobia y la consideración como enfermedad mental de la psiquiatría de aquella época.
El oficial de la dinastía Qing, Zhu Gui (1731-1807), un administrador y recaudador de impuestos destinado a Fujian en 1765, pensaba mejorar los defectos morales de las gentes bajo su jurisdicción promulgando una prohibición sobre los “cultos licenciosos”, y criticó el respeto que se tenía por tales cultos. Uno de estos que consideraba particularmente problemático era el culto al dios Hu Tianbao al que acudían los hombres para pedir su intercesión para conseguir el amor de otro hombre.
Con la creación de la República Popular China en 1949 la tolerancia de la sociedad prácticamente desapareció y la homosexualidad se convirtió en clandestina. El régimen comunista persiguió duramente a los homosexuales, especialmente durante la Revolución Cultural. Los dirigentes comunistas chinos consideraban la homosexualidad como una perversión capitalista y por tanto una práctica contrarrevolucionaria que debía ser eliminada de la sociedad. Aunque no existía ninguna ley que tipificara específicamente la homosexualidad como delito, las personas acusadas de prácticas homosexuales eran condenadas a severas penas de prisión, castración forzada o incluso a la pena de muerte, usando una serie de vagas leyes diseñadas para mantener el orden social. La homofobia del régimen también se impuso con políticas sociales de matrimonios obligatorios y medidas de ostracismo.
Tras la muerte de Mao Zedong en 1976 se produjo en el régimen un proceso de reforma y apertura, que llevó a que se aflojaran a partir de 1979 las medidas de control y persecución de la homosexualidad.
En la India hay registros históricos en el Rig Vedá (compuesto entre el 1700 y el 1100 a.C.), así como en relatos tradicionales, textos médicos (como el Sushruta Samhitá, de alrededor del 600 a.C.) y jurídicos que mencionan la existencia de personas del “tercer género” (tritiya-prakriti, literalmente, ‘tercera naturaleza’). En este grupo se incluía a transexuales, intersexuales, y también a gays y lesbianas, es decir, a todo aquel que en su ser tenía mezcladas las naturalezas masculina y femenina. El Kama Sutra (s. III d.C.) describe ampliamente las relaciones homosexuales tanto masculinas como femeninas, destacando las técnicas de felación entre hombres.
Menage a trois de dos hombres y una mujer hindúes; siglo XVII o XVIII.
Menage a trois de dos hombres y una mujer hindúes; siglo XVII o XVIII.
Las Leyes de Manu (s. III a.C.), que son los códigos de conducta más antiguos del hinduismo, tratan la homosexualidad como algo que debe ser regulado, pero no reprimido, ya que ésta era considerada dentro de las prácticas sexuales aceptadas. Aún así, se establecían ciertos castigos para aquellas personas que practicaran ciertos comportamientos homosexuales. Por ejemplo, en el artículo al que se refiere a las relaciones sexuales mantenidas por una mujer adulta madura y una joven virgen, dice “Una mujer que contamine a una doncella deberá ser rasurada o se le deberá amputar dos dedos, y se la tiene que obligar a atravesar la ciudad montada en un burro”. En cambio el artículo que se refiere a las relaciones sexuales entre dos vírgenes sugiere un castigo relativamente más suave: “Una doncella que contamina a otra doncella debe ser multada con doscientos panas, pagar el doble de sus honorarios nupciales y recibir diez latigazos con una vara”. Estos castigos, tomados fuera de contexto, pueden parecer homofóbicos, pero teniendo en cuenta que estas leyes no tenían en cuenta el género de las personas que mantenían relaciones, sino la entrega de la virginidad que una mujer podría hacer a otra sin estar casada, se entiende que la homosexualidad no era el delito objeto de persecución. Por ejemplo, el castigo para una relación sexual forzada entre un hombre y una mujer establece que “si un hombre por medio de la insolencia contamina forzadamente a una dama, dos de sus dedos deben ser instantáneamente amputados, y debe pagar una multa de seiscientos panas”, lo cual es ostensiblemente más duro que la relación entre dos vírgenes. También es de considerar que no había leyes condenatorias para los actos sexuales que mantuvieran dos personas que no fueran vírgenes. Los castigos para los varones que cometieran estas ofensas eran menos severos. Uno de los artículos de la ley dice “Un hombre que comete una ofensa antinatural con un hombre… deberá bañarse con la ropa puesta”. El castigo es extremadamente suave, ya que se sabe que ésta era la forma en que los campesinos tomaban sus baños.
Muchos actos heterosexuales eran castigados con mucha mayor severidad. Así, el adulterio o la violación eran castigados con torturas y la muerte.
El trato desigual a que eran sometidas las mujeres por las Leyes de Manu se debe a que el estatus de éstas era igual –o inferior- a las tierras, el ganado u otras pertenencias del hombre. El Rig Vedá y algunos vestigios de esculturas muestran actos sexuales entre mujeres como revelaciones del mundo femenino, basados en la fecundidad y el placer.
La traducción moderna e íntegra del Kama Sutra se refiere sin ambigüedad ni hipocresía a todos los aspectos de la vida sexual, incluyendo el matrimonio, el adulterio, la prostitución, el sexo en grupo, el sadomasoquismo, la homosexualidad masculina y femenina, y el travestismo. Estas prácticas también se recogen en obras como el Majábharata.
5. La llegada del Cristianismo y la Edad Media, o “tápese, señora”.
Con la caída del Imperio Romano de Occidente su legislación dejó de aplicarse, por lo que durante una época la homosexualidad dejó de estar penada, e hizo que se practicara con bastante libertad y tolerancia durante la Alta Edad Media en la mayor parte de Europa. La excepción fue la Hispania visigoda, donde regía la Lex Romana Visigothorum, la cual penaba las prácticas homosexuales con la castración y el destierro. En el Imperio Romano de Oriente Justiniano I continúa con la pena de muerte para la homosexualidad, tal y como recoge el Corpus Iuris Civilis del año 538.
Portada de Las Siete Partidas. Ejemplar de 1555.
Portada de Las Siete Partidas. Ejemplar de 1555.
La sociedad europea se fue volviendo teocéntrica y la intolerancia con la homosexualidad fue creciendo. Las autoridades religiosas, que detentaban un enorme poder por ser las garantes del juramento de vasallaje y la cúspide del sistema feudal, empiezan a perseguir a los homosexuales sistemáticamente a partir del siglo XII. El cristianismo, como las demás religiones abrahámicas, condenan la homosexualidad basándose en la interpretación del pasaje de Sodoma en la Biblia, además de las condenas del Levítico y de Pablo de Tarso en el Nuevo Testamento. Se empieza a considerar que como en el relato bíblico la homosexualidad puede atraer la ira divina a los territorios donde se permitiera la sodomía, acarreando plagas y desastres naturales, lo que convirtió a los homosexuales en chivos expiatorios. En “Las Siete Partidas”, primer código penal castellano, se puede leer: “Et de aquella villa Sodoma en que Dios mostró aquella maravilla, tomó nombre este pecado, á que dicen sodomítico: et débese guardar todo home deste yerro, porque nascen dél muchos males, et denuesta e enfama á sí mismo et al que lo face con él; ca por tales yerros como este envia nuestro señor Dios sobre la tierra do lo facen fambre, et pestilencia, et terremotos et otros males muchos que non los podrie home contar” (Partida VII, Título XXI, “De los que facen pecado de luxuria contranatura”).
Las prácticas homosexuales se ejercían en la clandestinidad incluso en las iglesias, tal y como informa el Liber Gomorrhianus, y no eran infrecuentes en monasterios y conventos de ambos sexos. John Boswell, historiador de la Universidad de Yale, afirma que el rito denominado adelphopoiesis de la iglesia de los primeros siglos, no era más que un matrimonio homosexual bajo la apariencia de “hermanamiento” de dos hombres ante Dios.
Quema del caballero de Hohenberg y su sirviente delante de la muralla Zürich por sodomía, 1482.
Quema del caballero de Hohenberg y su sirviente delante de la muralla Zürich por sodomía, 1482.
El Papa Gregorio IX, siguiendo las recomendaciones del Tercer Concilio de Letrán (1179), pone fin a cualquier tolerancia dentro y fuera de la Iglesia, decretando la expulsión de los monjes sodomitas y la excomunión de los seglares.
En 1184, se crea la Inquisición, organismo cuya función original era la de perseguir las herejías como la de los cátaros. Pero además de acusarles de herejía y satanismo, era frecuente que también fueran acusados de prácticas sexuales desviadas. Pronto se convirtió en un instrumento para perseguir la brujería y la homosexualidad. Desde entonces, todos los homosexuales serán perseguidos, torturados y asesinados durante toda la Edad Media, y posteriormente en todo el Occidente cristiano.
Esto hace que los homosexuales se escondan, y es difícil encontrar personajes históricos de aquella época que aceptaran abiertamente su homosexualidad, salvo los que aparecen en los registros de procesos y ejecuciones por sodomía. Además, acusar de homosexual era una forma frecuente de calumnia. No obstante, existen casos aislados, como el de Ricardo I de Inglaterra (1157-1199), que según diversas fuentes se cree que era homosexual, aunque sigue siendo objeto de debate para muchos historiadores.
6. América precolombina.
En la América precolombina existían personas que eran llamadas “de dos espíritus” en muchas tribus de nativos norteamericanos. Es decir, personas que desempeñaban el rol de ambos géneros, lo que incluía vestir y desempeñar las tareas opuestas al género corporal. Hay registros de personas transexuales tanto masculinas como femeninas en más de 130 tribus. También hay registros de relaciones homosexuales entre hombres, algunas para toda la vida, y de relaciones pederastas masculinas.
Los aztecas eran increíblemente intolerantes y crueles con los homosexuales. La ley mexica castigaba la sodomía con la muerte, el empalamiento para el homosexual activo, la extracción de las vísceras por el orificio anal para los pasivos y la muerte a garrotazos para las lesbianas.
Cerámica homoerótica Chimú
Cerámica homoerótica Chimú
Los mayas eran relativamente más tolerantes con la homosexualidad, aunque llegaban a castigarla con la muerte en un horno en determinados casos. Se sabe de ciertas fiestas sexuales mayas que incluían las relaciones homosexuales. La sociedad maya consideraba la homosexualidad preferible al sexo prematrimonial, lo cual hacía que los nobles consiguieran esclavos sexuales para sus hijos.
Por el contrario, los toltecas eran extremadamente tolerantes con la homosexualidad, e incluso a los mayas les sorprendían sus exhibiciones de erotismo.
En el Imperio Inca, por contra, la aceptación iba por zonas. Donde se aceptaba solía estar asociada a prácticas religiosas. Algunos cronistas españoles como Pedro Cieza de León, Fray Gregorio García o Bernabé Cobo describen ciertos ritos dirigidos por sacerdotes travestidos que incluían prácticas homosexuales. Además, relatan también la existencia de prostitución masculina en algunos templos incaicos.
También la cultura chimú nos ha dejado bastantes muestras de homosexualidad en infinidad de cerámicas, muchas de las cuales representan sexo homosexual explícito.
7. El Renacimiento y el endurecimiento de la Inquisición.
Durante el Renacimiento se produjeron infinidad de cambios culturales y políticos, pero la homosexualidad no sólo siguió siendo perseguida, sino que durante esta época se produjeron algunas de las mayores persecuciones tanto por las autoridades eclesiásticas como por las civiles de toda Europa.
La Inquisición Española tenía potestad sobre el crimen de sodomía en la Corona de Aragón, y en los tribunales de Zaragoza, Barcelona y Valencia un 12% de los juzgados por la Inquisición eran condenados a morir en la hoguera. Entre 1570 y 1630 se calcula que fueron condenadas unas 1000 personas a la hoguera por el delito de sodomía. Especialmente sanguinario fue el tribunal de Zaragoza, que entre 1571 y 1579 juzgó a 543 personas por sodomía, de las cuales 102 fueron ejecutadas.
En esa misma época, en Portugal más de 4000 personas fueron acusadas de sodomía por la Inquisición, de las cuales 500 fueron presas y 30 condenadas a muerte, la mayoría durante el siglo XVII.
Entre los siglos XV y XVI hubo importantes persecuciones perpetradas por las autoridades civiles de Venecia y Florencia, que desembocaron en 13 ejecuciones en Venecia y en Florencia, si bien las penas eran algo más laxas pero incluían también la castración y la muerte, los Ufficiali di Notte se encargaron de acusar a más de 12.500 hombres por delitos de sodomía, de los cuales unos 2500 fueron condenados y ejecutados.
Enrique VIII de Inglaterra (28 de junio de 1491 – 28 de enero de 1547), bajo cuyo reinado se creó la primera ley gubernamental contra la sodomía.
Enrique VIII de Inglaterra (28 de junio de 1491 – 28 de enero de 1547), bajo cuyo reinado se creó la primera ley gubernamental contra la sodomía.
Fuera de la órbita de la Iglesia Católica, en los países con iglesias reformadas se constituyeron sus propios tribunales inquisitoriales y legislaciones represivas. Así, en la Inglaterra de Enrique VIII se adoptó la Buggery Act (1533), que fue la primera ley gubernamental contra la sodomía en Inglaterra, ya que hasta entonces los encargados de perseguir tal delito eran los tribunales eclesiásticos. Esta ley definía como delito cualquier práctica sexual “antinatural contra la voluntad de Dios y el hombre”. Posteriormente fue reformada por los tribunales para que sólo incluyera el sexo anal y el bestialismo. Esta ley fue muy influyente con posterioridad porque se extendió por todas las colonias británicas y fue la base de muchas legislaciones que han permanecido vigentes hasta el siglo XXI en muchos países de América, Asia y África.
También el Sacro Imperio Romano Germánico, de manos de Carlos V, creó la base legal que constituía la sodomía como delito en la Constitutio Criminalis Carolina, que se mantuvo vigente hasta finales del siglo XVIII. Su artículo 116 dice: “Castigad así al impúdico, cuando actúe contra natura. En el caso de que una persona actúe de forma impúdica con un animal, un hombre con un hombre, una mujer con una mujer, entonces han perdido el derecho a la vida. Y se deberá, según la costumbre, llevarlos a la muerte con el fuego.”
Entre los pocos personajes que se pueden citar de esta época destacan los artistas Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, de los cuales el primero de los dos tuvo que sufrir en su juventud un proceso y posterior encarcelamiento acusado de sodomía, del cual finalmente quedó absuelto, y el segundo tuvo la fortuna de contar con los favores del papa Julio II y de la familia Médici, gobernantes de Florencia, lo que le hizo prácticamente intocable.
8. Edad Moderna y Contemporánea: la apertura de la Ilustración.
Durante los siglos XVII y XVIII se detectan los primeros focos de subcultura homosexual en los suburbios de las grandes ciudades, como Londres, París o Amsterdam, donde las relaciones homosexuales se practicaban con hombres adultos, no con muchachos, que se podían encontrar en locales específicos, a menudo amenizados con espectáculos de travestismo. La aparición de estas subculturas provocó la ira de los Estados, que intentaron controlarlas a través del terror, instaurando ejecuciones de homosexuales a modo de “escarmiento”. El ejemplo más aterrador es la masacre de Amsterdam, de 1730, en donde se asesinó a, por lo menos, 24 personas. A partir de ese momento se dejó de considerar la sodomía como un vicio causado por la lujuria para pasar a considerarse un gusto particular de un grupo minoritario de personas.
La Revolución Francesa abolió, en 1791, todos los delitos que se definieran como imaginarios, amparada en la filosofía de la Ilustración y su espíritu de libertad. Así, la sodomía, la herejía y la brujería dejaron de ser delito. El Código Penal francés de Napoleón conservó tal despenalización, al entender como delito sólo las conductas que perjudicaran a un tercero. No obstante, se introdujo alguna medida que fue el germen de la censura posterior, denominada “ofensa a la decencia pública”. Aún así, las conquistas de Napoleón y la influencia cultural francesa extendieron esta forma de legislación por toda Europa y América. Este hecho tuvo consecuencias a largo plazo, ya que muchos países de Europa, la mayoría de ellos católicos, adoptaron el código napoleónico en sus legislaciones, provocando la despenalización de la homosexualidad en España, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal, Baviera, y muchos estados pertenecientes hoy a Italia. En España se omitió la condena por sodomía en el Código Penal de 1822 y se abolió la Inquisición definitivamente en 1834. Junto a estos países, había otro grupo de países mayoritariamente protestantes en donde la homosexualidad masculina continuaba siendo delito, lo que promovió una suerte de “turismo homosexual” de las clases adineradas del Norte que iban en busca de placer a los países del Sur, en donde se disfrutaba de libertad.
Esta disparidad en el tratamiento de la homosexualidad hizo que algunos homosexuales que vivían entonces en países que la condenaban comenzaran a hacer campañas pidiendo la abolición de las leyes de sodomía, reivindicando que su forma de vida no era contra natura ni una forma de moral corrupta, presionando a los políticos para que cambiaran la legislación. Así, comienzan a aparecer algunas obras que reflejan la homosexualidad en la antigua Grecia, como “Eros, el amor entre hombres de los griegos”, de Heinrich Hoessli, que fue uno de los primeros activistas. También destacan en esa misma época Heinrich Ulrichs, Károly Maria Kertbeny y Edward Carpenter. A esto se unió el interés de la Medicina por la homosexualidad, alejando ésta de la esfera moral. Este activismo sería al final el germen del movimiento LGTBI, especialmente en los países en donde seguía siendo delito, como por ejemplo la Orden de Queronea, fundada por George Cecil Ives en 1897, y considerada el primer grupo pro derechos LGTBI del Reino Unido. No obstante, esta época no se vio exenta de condenas por sodomía, como la que recibió el escritor Oscar Wilde, condenado a dos años de trabajos forzados por “indecencia grave con otros hombres”, lo que le obligó después a exiliarse a Francia tras haber visto completamente destruida su reputación.
Carta de Károly Mária Kertbeny con la palabra «homosexual» escrita por primera vez en la historia (1868). Biblioteca Nacional Húngara.
Carta de Károly Mária Kertbeny con la palabra «homosexual» escrita por primera vez en la historia (1868). Biblioteca Nacional Húngara.
A finales del siglo XIX comienza en Alemania el movimiento de liberación. A pesar de que en Alemania existía legislación que penaba la homosexualidad, en concreto el artículo 175 del Código Penal alemán, durante la República de Weimar la presión policial era baja en algunas grandes ciudades. Berlín era considerada una ciudad liberal, con infinidad de clubes y locales gays. Había incluso cabarets en donde tanto homosexuales como heterosexuales disfrutaban de espectáculos de transformismo. En 1897 se creó en Berlín el Comité Científico Humanitario (Wissenschaftlich-humanitäres Komitee, WhK) para luchar por la despenalización de la homosexualidad y su reconocimiento social, así como de la transexualidad, convirtiéndose en la primera organización pública del mundo en defender los derechos de los homosexuales.
Uno de los cofundadores del comité, el doctor judío Magnus Hirschfeld, también co-fundó y dirigió elInstitut für Sexualwissenschaft (Instituto para la investigación sexual), una institución privada para la investigación sexológica. Poseía una biblioteca de investigación y un gran archivo, además de publicar la revista científica Jahrbuch für sexuelle Zwischenstufen. También destacó por ser pionera mundial en
Caricatura de Willibald Krain (1886-1945) contra Adolf Brand y el GdE.
Caricatura de Willibald Krain (1886-1945) contra Adolf Brand y el GdE.
promover congresos internacionales de estudio de la sexualidad, organizando la Liga Mundial por la Reforma Sexual y difundir lo que llamaron “reforma sexual”, reclamando derechos civiles y la aceptación social de los homosexuales y transexuales. En 1903 se crea otra organización gay, laGemeinschaft der Eigenen (Comunidad de los propios), fundada por Adolf Brand junto con Benedict Friedlaender y Wilhelm Jansen, cuyo ideal era el amor homosexual entre hombres viriles y la pederastia según el modelo griego. Rechazaban de forma frontal las teorías médicas de la época sobre la homosexualidad, como la teoría de los estadios sexuales intermedios de Hischfeld y el Comité Científico Humanitario, al considerar que propagaban el estereotipo de homosexual afeminado; por lo que entraron frecuentemente en polémica, aunque también colaboraron brevemente con ellos en la década de los años 20 para luchar contra el artículo 175. LaGemeinschaft der Eigenen además de la lucha política organizaba todo tipo de actividades culturales y al aire libre para gays, y publicaron Der Eigene (El propio) la primera revista homosexual regular del mundo (1896).
En el ambiente cultural también se reflejó la reivindicación. Como la República de Weimar era bastante laxa en cuanto a libertad de expresión, se comenzaron a editar revistas sobre la homosexualidad, llegando a su punto álgido en el período de entreguerras, con unas 30 publicaciones regulares dirigidas a homosexuales. En esa época se estrena también la primera película sobre la homosexualidad, Anders als die Andern (Diferente a los demás), que narra la historia de un homosexual víctima de chantaje que termina suicidándose por la presión social. La película reflejaba una realidad social que muchos homosexuales sufrían: eran víctimas de chantajes porque la legislación los penalizaba.
El primer intento de derogación del artículo 175, se lleva a cabo por parte del Partido Socialdemócrata alemán en 1898, pero es rechazada en el Reichstag por ser sólo apoyada por él. En 1929, Hirschfeld consiguió convencer a un comité parlamentario para que se regulara el artículo de otra manera. Esta vez, todas las fuerzas políticas, incluido el Partido Comunista de Alemania, y a excepción del Partido Nazi votaron a favor de la reforma. Desgraciadamente, el crack de la bolsa de Nueva York y las condiciones de anexión de Austria dieron al traste con la reforma.
En esa misma época, se produjo la primera reasignación de sexo de la Historia. El pintor danés Einar Mogens Wegener se sometió a 5 operaciones en Alemania, bajo la supervisión de Magnus Hirschfeld, tras las cuales tomó el nombre de Lili Elbe.
9. Los fascismos, o “tú, maricón, cuidadín que te llevo a Auschwitz”.
Todos los avances producidos durante la República de Weimar se dieron al traste con la llegada de Hitler al poder. Durante la época nazi, la homosexualidad se consideró un rasgo de inferioridad y un defecto genético que impedía la perpetuación de la raza aria, por lo que se endureció la aplicación del artículo 175 del Código Penal alemán, que decía: “Un acto sexual antinatural cometido entre personas de sexo masculino o de humanos con animales es punible con prisión. También se puede disponer la pérdida de sus derechos civiles.”
Triángulo rosa que marcaba a los homosexuales en los campos de concentración nazis
Triángulo rosa que marcaba a los homosexuales en los campos de concentración nazis
Esto provocó que los alemanes que eran considerados homosexuales fueran arrestados, encarcelados o internados en campos de concentración, al igual que los homosexuales de los territorios ocupados, siendo asesinados muchos de ellos. Según el historiador alemán Klaus Müller se calcula que aproximadamente 100.000 hombres fueron arrestados entre 1933 y 1945. Aproximadamente la mitad fueron encarcelados; de ellos, entre 10.000 y 15.000 fueron enviados a campos de concentración, de los cuales solo sobrevivieron unos 4.000 al finalizar la guerra. Un porcentaje muy alto en comparación con otros colectivos debido a los maltratos que sufrieron.
Los homosexuales dentro de los campos de concentración eran identificados con un triángulo invertido de color rosa. A aquellos homosexuales que además eran judíos se les obligaba a usar una estrella de David cuyo triángulo invertido era rosa. Este símbolo, en memoria del exterminio en los campos de concentración, es usado en la actualidad por asociaciones que luchan contra la discriminación por motivos de orientación sexual.
Aunque la persecución de las lesbianas fue de un nivel más bajo, las mujeres que eran arrestadas por «comportamiento antisocial» eran obligadas a portar el símbolo del triángulo negro invertido para ser identificadas por el resto de la población. Se encarceló a aquellas que no representaran o se revelaran públicamente contra el ideal nazi de la mujer, esposa tradicional que cuidara de la casa y criara hijos arios para la causa.
Después de la guerra, el citado artículo 175 siguió vigente en ambas Alemanias hasta finales de la década de 1960. De modo que los homosexuales que habían sobrevivido a los campos de concentración nazis podían ser arrestados nuevamente (y de hecho lo fueron) bajo la misma ley. Incluso en 1998 cuando el parlamento alemán aprobó una ley para anular las sentencias injustas impuestas durante la administración de la justicia penal nazi, dos grupos fueron excluidos de la anulación integral: los desertores del ejército y los homosexuales. De ese modo se les impedía a los supervivientes homosexuales los procedimientos destinados a limpiar su estigma legal y a percibir las compensaciones por las injusticias sufridas, como sí ocurrió con el resto víctimas. No fue hasta el año 2002 cuando dicha ley se modificó, para incluir a los homosexuales.
A su vez, los aliados fascistas de Alemania llevaron a cabo su propia persecución. En Italia, la persecución de homosexuales comenzó en la década de los años 40. Bajo la dictadura de Mussolinni, miles de homosexuales fueron condenados a exilio interno, llevándolos a minúsculas islas del Mediterráneo. También la Francia de Vichy promulgó leyes contra los homosexuales.
En España, el régimen franquista promulgó leyes para perseguir y encarcelar a los homosexuales. Su primera acción fue la reforma de la “Ley de vagos y maleantes”, por la cual permitía recluir a los homosexuales en campos de trabajo y colonias agrícolas que eran verdaderos campos de concentración, como el de Tefía en la isla de Fuerteventura. Después, en los años 70, se promulgaría la “Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social”, que imponía penas de prisión o internamiento en psiquiátricos penitenciarios a quien fuera condenado por sodomía, y que estuvo vigente hasta 1979.
Placa homenaje a los homosexuales encerrados durante el franquismo en la antigua cárcel provincial de Huelva.
Placa homenaje a los homosexuales encerrados durante el franquismo en la antigua cárcel provincial de Huelva.
Los homosexuales de la Unión Soviética tampoco escaparon del genocidio. Así, lo que motivó la persecución fue similar a la causa nazi, apoyándose en el concepto pseudobiológico de la “degeneración”, los soviéticos pensaban que la homosexualidad era un vicio decadente ligado a la burguesía, por lo tanto no era sólo una actividad contra la naturaleza, sino también contra la sociedad socialista, que no podía permitir semejantes taras, y tenía que ser erradicada de la URSS. Para ello, en 1934 se introdujo el artículo 121 al Código Penal soviético, que decía:
  1. La relación sexual de un hombre con otro hombre (sodomía) se penalizará con la privación de libertad por un periodo de hasta 5 años.
  2. Sodomía: agravantes. Si se aplicara violencia física, amenazas, se practicara con un menor o abusara de la superioridad con alguien dependiente se penará con privación de libertad de hasta 8 años.
Cientos de miles de personas fueron internadas en gulags por homosexualidad, de donde muchos de ellos jamás volvieron debido a la brutalidad con la que se les trató.
Legislaciones parecidas se establecieron en todos los países de la órbita soviética y la China. Además, la homosexualidad fue usada como arma política contra los adversarios y urdir planes contra ellos.
10. Los años 50. El informe Kinsey.
Durante los años 50 en todo el mundo civilizado comenzó la patologización de la homosexualidad a su nivel más descarnado. En miles de psiquiátricos del mundo se sometía a los homosexuales a terapias de electroshock y lobotomías para intentar “curar” la desviación.
En 1948 aparece el primer tomo de lo que se terminaría llamando el “Informe Kinsey”, que llevaba por título “Comportamiento sexual del hombre”. Unos años después, en 1953, aparecería el segundo tomo, “Comportamiento sexual de la mujer”. Fue llevado a cabo por el mismo Alfred C. Kinsey y otros colaboradores como Wardell Pomeroy, y constituye el primer estudio científico serio que aborda el tema de la homosexualidad como comportamiento, y no como patología. Se realizó entrevistando a más de 20.000 hombres y mujeres con un sistema de completa confidencialidad en donde se respondía a un cuestionario anónimo. Esto permitió crear una base de datos sobre el comportamiento sexual del ser humano.
El informe desveló, para sorpresa y escarnio de los más puritanos, que tanto la heterosexualidad como la homosexualidad no eran más que los extremos de una serie, en donde había varios grados intermedios de bisexualidad. La serie constaba de siete grados, desde la heterosexualidad total a la homosexualidad total, lo que demostró que gran parte de la población tenía, de una u otra manera, cierto grado de bisexualidad en su
Alfred Charles Kinsey en la portada de la revista Time en 1953, con motivo de la publicación de Comportamiento sexual en la mujer
Alfred Charles Kinsey en la portada de la revista Time en 1953, con motivo de la publicación de Comportamiento sexual en la mujer
comportamiento sexual cotidiano. Se definió, por ejemplo, que el 60% de los hombres y el 33% de las mujeres habían participado en una práctica homosexual al menos una vez desde los 16 años, y que al menos un tercio de los hombres habían alcanzado el orgasmo en una práctica homosexual. El estudio, además, incluyó una nueva identidad sexual: la asexualidad. Hoy en día se le conoce como intersexualidad, y es una de las banderas de lucha de los grupos de liberación sexual de todo el planeta.
No obstante, el Instituto Nacional de Estadística de los Estados Unidos condenó el método de muestreo, al considerar que las muestras no habían sido tomadas al azar, y que dentro de las personas participantes había muchos reclusos y prostitutos. En cualquier caso, este informe constituyó el primer acercamiento a la homosexualidad sin la mirada patologizadora de la sociedad médica de la época.
11. Stonewall y el “Gay Pride”.
Las autoridades de Nueva York en los años 60 mostraban su intolerancia negando el permiso de servir alcohol a los bares que eran frecuentados por homosexuales, atendiendo a las premisas médicas que prohibían el consumo de alcohol a los enfermos psiquiátricos. Pero como éstos servían alcohol de cualquier manera, eran frecuentes las redadas en estos locales. El 28 de junio de 1969, en el “Stonewall Inn”, un local gay del Greenwich Village neoyorquino, una redada provocó el levantamiento violento de los homosexuales contra la policía que duró tres días en las calles.
A pesar de las revueltas los asaltos policiales no acabaron en Nueva York. El 8 de marzo de 1970 la policía detuvo a 167 personas en el “Snake Pit”, también del Greenwich Village, en donde un suceso trágico marcaría el punto sin retorno. Un joven argentino, por miedo a perder su visado, se precipitó al vacío desde la ventana del primer piso a la calle, resultando gravemente herido.
Algunos historiadores equiparan el motín del Stonewall Inn al Motín del Té, pero es mucho más acertado compararlo con las actuaciones de Rosa Parks, cuando se negó a sentarse en la parte trasera del autobús en Montgomery, Alabama, en diciembre de 1955, lo que provocó el nacimiento del movimiento por los derechos civiles. A raíz de lo sucedido en Stonewall aparecieron los primeros grupos radicales de gays y lesbianas, y publicaciones en numerosas ciudades y campus universitarios, primero de los Estados Unidos, y después de toda Europa occidental.
Stonewall
Stonewall
Los historiadores Dudley Clendinen y Adam Nagourney describieron la situación de los homosexuales de la siguiente manera: “A diferencia de afroamericanos, mujeres, nativos americanos, judíos, irlandeses, italianos, asiáticos, hispanos o cualquier otro grupo cultural que luchaba por el respeto y la igualdad de derechos, los homosexuales no tenían marcas físicas o culturales, ni un idioma ni dialecto común que pudiera identificarles entre sí… o ante los demás. Pero esa noche, por primera vez, esa aquiescencia habitual se convirtió en resistencia violenta… Desde esa noche la vida de millones de gays y lesbianas, y la actitud hacia ellos de la cultura mayoritaria en la que vivían, cambió rápidamente. La gente empezó a aparecer en público como homosexuales exigiendo respeto”.
Los sucesos de la noche del 28 de junio de 1969 no constituyó el primer enfrentamiento entre policía y gays. Ya había habido disturbios en la cafetería Compton’s en 1966 y en el Black Cat Tavern de Los Ángeles en 1967, pero la ubicación del Stonewall, en calles estrechas que favorecieron a los manifestantes sobre la policía, y el hecho de que muchos de los participantes y residentes del Greenwich Village pertenecían a organizaciones políticas y pudieron organizar a una comunidad gay grande y cohesionada a lo largo de las siguientes semanas hizo que esta acción tuviera mucho más éxito que las anteriores. Así, tuvo mucho más impacto en la comunidad gay, yendo más allá del sentimiento de solidaridad a corto plazo, y dando lugar al punto de partida del Movimiento de Liberación LGTB, al provocar la unión de los homosexuales que militaban en formaciones como el Frente de Liberación Gay o la Gay Activists Alliance.
Pero la faceta más importante fue la propia conmemoración de los disturbios del Stonewall, que dio lugar a la creación del Día Internacional del Orgullo LGTB. Este acto se considera mundialmente como un hito y un símbolo del comienzo de la lucha por los derechos de los homosexuales. Actualmente, el también llamado “Gay Pride” acoge a millones de personas en el mundo que luchan por sus derechos.
El éxito y las consecuencias de los disturbios de Stonewall se deben en gran medida al cambio de mentalidad que se había ido dando en los años 60, promovido por la revolución sexual, el movimiento feminista (sobre todo) y la lucha por los derechos civiles de las minorías raciales. Stonewall marca un punto de inflexión en la organización de los colectivos y en la interconexión de la subcultura gay. Mientras que los activistas de décadas anteriores habían luchado por un mayor grado de aceptación, a partir de ahora la lucha exigiría la integración, el reconocimiento social y la equiparación de derechos completa.
A partir de ese momento, el término “homosexual”, que contenía connotaciones negativas provenientes de la psiquiatría, y el eufemismo “homófilo” usado en décadas anteriores para dar una pátina de afectividad a las relaciones entre homosexuales, fue rechazado por los colectivos, comenzando a usarse en los círculos cultos la palabra “gay” (en inglés, “alegre”), término que hasta ese momento había sido usado por los detractores de los homosexuales. No tardaría mucho en pasar a otras lenguas como préstamo.
12. El SIDA, o el “cáncer gay”.
En este apartado procuraré no incidir demasiado en las disposiciones biológicas y epidemiológicas del VIH, ya que para esta información es preferible que os remitáis a los trabajos publicados en este mismo blog por Manuel. Trataré de incidir en el punto de vista social que trajo esta nueva enfermedad a los colectivos homosexuales de todo el planeta.
La era del SIDA comenzó oficialmente el 5 de junio de 1981, cuando el CDC (Centro para el Control de Enfermedades) notificó cinco casos de neumonía registrados en Los Ángeles. Al mes siguiente se registraron varios casos de sarcoma de Kaposi. Pese a que los médicos conocían ambas enfermedades, la aparición conjunta en los mismos pacientes llamó la atención del mundo científico. La mayoría de estos pacientes eran hombres homosexuales sexualmente activos que murieron a los pocos meses.
Debido a la aparición de manchas de color rosáceo en los cuerpos de los pacientes, la prensa comenzó a llamar a la enfermedad “la peste rosa”, y posteriormente “el cáncer gay”. No importó que en esa misma época aparecieran casos de sida en otros colectivos no homosexuales, como los toxicómanos intravenosos, los hemofílicos, o las mujeres heterosexuales dedicadas a la prostitución. El estigma se estaba gestando.
Un equipo interdisciplinar compuesto por microbiólogos, oncólogos, epidemiólogos y un sociólogo establecieron el origen del sida en el VIH en 1983 al cotejar a un grupo de homosexuales de Los Ángeles que habían tenido parejas en común y otro hombre de Nueva York que había mantenido relaciones al menos con tres de ellos. Estas interrelaciones dieron un patrón de contagio típico de las enfermedades infecciosas.
En un principio, la comunidad gay fue culpada de la aparición y expansión del sida en Occidente. Incluso hubo muchos grupos religiosos que tomaban el sida como un “castigo divino” contra esos desviados sodomitas. Otros, pensaron que el estilo de vida “depravado” de los homosexuales fue el origen de la enfermedad. Nuevamente, no importó que poco después se descubriera el origen del virus en África y que el contagio se estableciera por contacto principalmente heterosexual. Aunque es verdad que en esa época el sida se expandió más rápidamente entre las comunidades homosexuales, por no hacer uso del preservativo en sus relaciones, el cual era considerado sólo un método anticonceptivo.
Esto provocó un paso atrás en la aceptación de la homosexualidad, ya que al estigma de la propia opción sexual, se unió el de la enfermedad que sufrían. Los colectivos tuvieron que hacer grandes esfuerzos de colaboración con la comunidad científica para hacer campañas de sensibilización y dar a conocer las verdaderas causas de la enfermedad y sus vías de transmisión. El pánico era tal que la lucha contra la discriminación retrocedió décadas.
Esta estigmatización fue el germen de la aparición de los primeros grupos negacionistas del VIH, los cuales se sentían amenazados por la comunidad médica e incluso llegaron a pensar que el VIH era una forma de “limpieza étnica” contra todo aquel que tuviera una conducta socialmente mal vista. Y los homosexuales eran la punta de lanza de esa limpieza.
Por suerte, la gran mayoría de los colectivos permanecieron del lado de la comunidad científica y, aunque fueron muchos los amigos y conocidos muertos antes de la aparición de los antirretrovirales, las campañas de uso del preservativo se generalizaron entre la población, de tal manera que hoy en día el sexo homosexual ha dejado de ser la primera causa de contagio de VIH en el mundo. Las costumbres sexuales se atemperaron y modificaron, marcando la aparición del sida el final de la liberación sexual que había comenzado en los años 60.
13. Despatologización de la homosexualidad.
Con la aparición del psicoanálisis en la década de 1890 se produjo un cambio de la percepción de la homosexualidad como una conducta viciosa, pecadora o delincuente para pasar a ser tratada como una enfermedad mental. Esto supuso una losa de dimensiones importantes, porque ya no sólo se tenía que luchar contra los estamentos políticos y eclesiásticos, sino que ahora también se tenía que luchar contra la comunidad psiquiátrica. Los homosexuales, incluso en los lugares donde no era delito, corrían el riesgo de que se les intentara “curar”. Muchos de ellos fueron internados, voluntaria o forzosamente, en centros psiquiátricos en donde eran sometidos a “terapias de reorientación sexual”, que incluían métodos tan “infalibles” como el electroshock o la lobotomía a lo largo del siglo XX.
El primer paso hacia la despatologización de la homosexualidad se produjo en 1973, cuando la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) votó de manera unánime sacar la homosexualidad de la sección “desviaciones sexuales” de la segunda edición del “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales”. Esta decisión se confirmó oficialmente por mayoría simple de los miembros generales de la APA en 1974, en donde se decidió sustituir ese diagnóstico por la categoría más suave de “perturbaciones de la orientación sexual”, el cual se sustituiría en la tercera edición por el término “homosexualidad egodistónica”, que terminó eliminándola de la lista en la revisión que se hizo de esa misma edición en 1986.
El 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró la homosexualidad de la “Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Otros Problemas de Salud”, desposeyendo definitivamente la homosexualidad de cualquier atributo patológico. Esta acción fue seguida posteriormente por la mayoría de las organizaciones médicas del mundo, y así en 1994 lo hizo el Reino Unido, en 1999 el Ministerio de Salud ruso y en el 2001 la Sociedad China de Psiquiatría.
Por primera vez en la Historia, las losas que machacaban la homosexualidad desaparecieron definitivamente aceptándola la sociedad como una forma de vida más, que no tenía nada que ver ni con la depravación, ni con el vicio, ni con la enfermedad mental. Desde entonces, los homosexuales no pueden ser discriminados por considerarlos enfermos o trastornados, ni tienen que sufrir las peligrosas terapias de reorientación sexual.
14. El contraataque de los fundamentalismos monoteístas y los “neocon”.
Como todo no podía ser tan bonito, ante la despatologización de la homosexualidad comenzaron a surgir voces que decían que ésta no se había retirado de las listas de perversiones por motivos científicos, sino por presiones políticas. Dos han sido los grupos más importantes en esta labor: los fundamentalistas provenientes de religiones monoteístas abrahámicas (tanto de las ramas del cristianismo como del Islam), y las corrientes neoconservadoras ultracapitalistas de algunas formaciones políticas.
Atendamos, por tanto, estos dos grupos en dos apartados diferenciados.
Los grupos fundamentalistas monoteístas. Dentro del cristianismo, hay diferentes posturas con respecto a la homosexualidad, desde las más rancias posturas que defienden que la homosexualidad es una depravación a los ojos de Dios, hasta las posturas más tolerantes que han integrado la homosexualidad como una forma de vida y celebran matrimonios entre personas del mismo sexo, e incluso ordenan sacerdotes con una clara orientación homosexual. En la punta de lanza del primer grupo se encuentra sin duda la Iglesia Católica Romana. Si bien es cierto que dentro de la Iglesia Católica hay grupos de personas que luchan porla igualdad, como pueden ser “Somos Iglesia” o la plataforma “Redes Cristianas”, la postura oficial de la Iglesia respecto de este tema se define por el rechazo absoluto de las prácticas homosexuales y la aceptación de homosexuales y lesbianas en su seno siempre que su conducta se mantenga casta. Es decir, dentro de la Iglesia Católica no es pecado ser homosexual, pero sí lo es mantener relaciones homosexuales. Esto lo explica claramente una nota emitida por la Conferencia Episcopal Española en 1994 a raíz de una resolución del Parlamento Europeo sobre la igualdad de derechos de homosexuales y lesbianas, la cual dice: “la inclinación homosexual, aunque no sea en sí misma pecaminosa, debe ser considerada como objetivamente desordenada, ya que es una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral, […] no se puede legitimar el desorden moral”. Irónicamente, el título de la nota era “Matrimonio, familia y uniones homosexuales”.
Si la interpretación que hace la Iglesia Católica es perversa, mucho más lo es la interpretación que hacen algunos grupos cristianos protestantes. La mayoría de ellos basan su argumentación en la interpretación literal de algunos pasajes de la Biblia, en concreto la “Epístola a los romanos”, y la “Primera epístola a los corintios” de Pablo de Tarso. Para ellos, la homosexualidad es un pecado abyecto que debe ser erradicado, basado en el vicio y la corrupción del alma por parte de Satanás. Estos grupos son especialmente peligrosos en el llamado Cinturón Bíblico de los Estados Unidos, así como en algunos países de América Latina, en donde el sometimiento de la Iglesia Católica durante siglos ha permitido el avance de una nueva “concepción del cristianismo” entre las clases más populares, inculcando por tanto todas sus doctrinas represoras entre la población.
No obstante, dentro de las corrientes cristianas también hay congregaciones que han aceptado la homosexualidad como una forma de vida normal. Tales son el caso de la Iglesia Anglicana, de la Asociación Unitaria Universalista y de gran parte del movimiento cuáquero. Dentro de estos últimos hay una profunda división entre los cuáqueros “liberales”, que aceptan la homosexualidad sin trabas, y que están concentrados sobre todo en el Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y los cuáqueros “evangelistas” o “conservadores”, que la siguen viendo como un pecado, y que radican principalmente en los Estados Unidos. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida popularmente como “mormones”, ejerce un claro rechazo hacia la homosexualidad considerándola un pecado, y haciendo las mismas distinciones de la Iglesia Católica entre “tendencia homosexual” y “acto homosexual”. También los Testigos de Jehová consideran la homosexualidad un pecado, aunque ellos basan sus creencias en los textos del Levítico y la “Primera epístola a los corintios”. En definitiva, aquellas iglesias cristianas que consideran la homosexualidad un pecado, tienden a tener un discurso de compasión hacia las personas gays por considerarlas atrapadas en las manos del Maligno, y su labor es, por consiguiente, la de ayudar a estas personas a librarse de ese mal.
Dentro de las diferentes ramas del Islam también hay diversidad de opiniones respecto de las opciones sexuales, desde las más moderadas encabezadas por la iglesia islámica de Turquía, Indonesia, Argelia y Túnez, hasta las más radicales encabezadas por la sharía (o Ley Islámica) implantada en territorios como Arabia Saudí, Afganistán o Irán.
Tanto el Corán como el Hadiz contienen condenas expresas a la homosexualidad. Dos suras citan la historia del pueblo de Lot y su castigo por practicar la sodomía, y a ella se aferran muchas escuelas jurídicas musulmanas para considerar la homosexualidad como un delito. En concreto, en aquellos países en donde se aplica la citada sharía, el castigo por cometer actos homosexuales es la muerte. Algunos países incluso vetan la entrada en sus territorios a todas aquellas personas homosexuales, como es el caso de Arabia Saudí, y en otros, como es el caso de Irán, la homosexualidad se trata como una enfermedad y se obliga a éstos a someterse a una intervención de reasignación de sexo. Es decir, se considera que todas las personas homosexuales en realidad son transexuales que deben ser tratados médicamente. La gran mayoría de los países musulmanes del mundo tienen en sus cuerpos jurídicos leyes contra la práctica de la homosexualidad, que suele tener como condena el pago de una multa o incluso el internamiento en prisión durante cortas estancias. El caso más aberrante en este sentido es el de Marruecos, que siendo un país netamente occidental, castiga con una pena de tres años de cárcel la práctica de la homosexualidad.
También dentro del judaísmo hay corrientes que, basándose en la Torá, consideran la homosexualidad un pecado, sobre todo dentro del judaísmo ortodoxo y el judaísmo mesiánico, aunque es cierto que el Estado de Israel, profundamente teocrático, tiene leyes que protegen los derechos de los homosexuales. En este sentido, la acción más controvertida fue llevada a cabo por la diputada laborista Yael Dayan, que en sede parlamentaria de la Knesset afirmó en 1993 que el bíblico rey David en realidad era homosexual y mantenía una relación afectiva con Jonatán. Para ello, citaba varios fragmentos del Libro de Samuel, en donde Jonatán le decía a David: “Al finalizar de hablar el joven David con el rey Saúl, Jonatán se encariñó con David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.”, y también “Y le dijo: No temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe”. E incluso en el canto póstumo que David hace a Jonatán después de la batalla con los filisteos: “¡Cómo sufro por ti, Jonatán, hermano mío! ¡Ay, cómo te quería! Tu amor era para mí más maravilloso que el amor de las mujeres”. Concluía diciendo que la interpretación de estas palabras tendría más sentido si en realidad David y Jonatán fueran homosexuales.
Los “neocon”. Los denominados “neocon” son grupos políticos fuertemente influenciados por las tesis más retrógradas de los movimientos cristianos y consideran la homosexualidad como una plaga que ha conseguido formar un lobby de presión política para conseguir sus objetivos. Ven en las luchas de los homosexuales una especie de “normalización” de la conducta desviada de la “natural”, y por tanto recelan de toda aquella familia que no sea la tradicional compuesta por un hombre y una mujer, a ser posible, de la misma raza. Su influencia en algunas zonas de los Estados Unidos es tan grande, que han conseguido tirar para atrás leyes de unión civil de parejas del mismo sexo, así como cualquier intento por parte de los grupos de liberación gay de normalización. Se definen por ser grupos extremadamente ultracapitalistas, que defienden un modelo patriarcal en donde cada uno de los dos sexos tiene unas funciones dadas por el género de nacimiento que no pueden cambiar. Esta visión no dista mucho de la que tenían los fascistas de principios del siglo XX, en donde quien traía los dineros a casa era el hombre, mientras la mujer tenía como función genética la de atender la casa y a los hijos.
Como se puede ver en este capítulo, ambos grupos están interconectados entre sí, aprovechándose de su influencia religiosa para implantar de forma legal sus postulados, lo que hace que la lucha de los homosexuales en algunos puntos del planeta sea todavía ardua al encontrarse de frente con un modelo patriarcal compacto y hermético que no permite la entrada de modificaciones de ningún tipo.
14. La última conquista… por ahora: el matrimonio homosexual y la equiparación de derechos.
El movimiento LGTBI lleva luchando por la equiparación de derechos desde el siglo XIX, y como consecuencia de esto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos recogió esta reivindicación. Los artículos 1 y 2 de la citada Declaración, dicen:
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
Una vez que en toda Europa y casi toda América se consiguiera la despenalización de la homosexualidad, aunque no sin algunas dificultades en países tan democráticos como los Estados Unidos, donde tuvo que ser el Tribunal Supremo el que derogara las leyes que condenaban la sodomía en algunos Estados todavía en el año 2003, la siguiente lucha de los grupos de liberación a finales del siglo XX y principios del XXI fue, además de luchar por la despenalización de la sodomía en el resto del mundo, conseguir el reconocimiento de las uniones civiles y los matrimonios entre personas del mismo sexo para equiparar los derechos de los homosexuales a los del resto de las personas en materias tan básicas como la herencia, los beneficios fiscales, el acceso a la seguridad social del compañero, o incluso el derecho de pensión de viudedad.
El primer Estado del mundo en reconocer los matrimonios homosexuales fueron los Países Bajos en el año 2001. A Holanda, le siguieron Bélgica (2003), España y el Canadá (2005), Sudáfrica (2006), Noruega y Suecia (2009), y Portugal, Islandia y la Argentina (2010). También se reconoce el matrimonio en México D.F. y en seis Estados de los Estados Unidos. En este último país continúa todavía la lucha jurídica y política, ya que los primeros matrimonios no fueron producto de legislaciones que lo permitieran, sino de resoluciones judiciales que terminaron con la discriminación en sus respectivos Estados. Y mientras que en Estados como Vermont o Nueva Jersey se ha aprobado una forma de unión civil con restricciones, por ejemplo, a la adopción, en treinta Estados se aprobaron enmiendas constitucionales que prohíben de forma explícita el matrimonio homosexual, de los cuales veinticinco tienen leyes específicas que circunscriben el matrimonio a la unión de un hombre con una mujer. El caso más sangrante es el del Estado de California, que tras aprobar el matrimonio homosexual se volvió a prohibir en una enmienda constitucional en el año 2008.
El debate sigue abierto en gran parte del mundo, ya que mientras en algunos países se están aprobando leyes de unión civil que equiparan en derechos a las parejas heterosexuales, excepto en el nombre, en otros se están aprobando fórmulas intermedias de unión civil que tienen restricciones. Algunos abogados civiles consideran estas restricciones como un claro ejemplo de la “tiranía de la mayoría” en acción.
El camino que los homosexuales hemos hecho en nuestra Historia ha sido largo y muy duro. Hemos sido objeto de vejaciones, de leyes injustas, de la ira de los dioses, de la sinrazón humana en su máxima expresión, de la perversión de la medicina, de los fundamentalismos más extremos… pero aún queda mucha lucha por delante en muchos aspectos. Todavía nuestra equiparación no es plena con los heterosexuales, mucho menos la de las compañeras lesbianas, que a su lucha contra la discriminación por razón de opción sexual tienen que añadir su lucha contra el patriarcado que las quiere quietecitas y modosas en sus casas, o la de las personas transexuales e intersexuales que todavía tienen que luchar contra el estigma de la patologización. Así que la próxima vez que te sientas escandalizado cuando veas a dos hombres caminando cogidos de la mano, o una marcha del Orgullo Gay, piensa por qué todavía tenemos que salir a la calle.